En un encuentro sin precedentes, los gobiernos de México, Guatemala y Belice suscribieron este viernes un memorándum de entendimiento que da vida al Corredor Biocultural de la Gran Selva Maya, una reserva trinacional que busca proteger 5.7 millones de hectáreas del corazón forestal de Mesoamérica, consolidándose como la segunda área protegida más grande del continente, solo después de la Amazonía.
México, Guatemala y Belice sellan alianza histórica para conservar 5.7 millones de hectáreas en la Gran Selva Maya

La firma tuvo lugar en el emblemático sitio arqueológico de Calakmul, en Campeche, donde las máximas autoridades Claudia Sheinbaum (México), Bernardo Arévalo (Guatemala) y Johnny Briceño (Belice) concretaron este acuerdo histórico, calificándolo como una iniciativa ética y estratégica para enfrentar los desafíos ambientales contemporáneos.
El corredor abarca aproximadamente 0.6 millones de hectáreas en Belice, 2.7 millones en Guatemala y 2.4 millones en México, sumando un total de 50 áreas protegidas que atraviesan ecosistemas que albergan fauna emblemática como el jaguar, la guacamaya roja, el tapir y el quetzal.
Un paso hacia el desarrollo sostenible y justo, Consejo de Áreas Protegidas y participación comunitaria
La iniciativa contempla la creación de un Consejo de Áreas Protegidas integrado por autoridades gubernamentales y representantes de la sociedad civil de los tres países, para coordinar acciones de conservación, monitoreo y sostenibilidad.
“Sembrando Vida” se expande más allá de México
El gobierno mexicano anunció la extensión del programa Sembrando Vida hacia regiones de Guatemala y Belice, con objetivos claros: regenerar suelos degradados, restituir cobertura forestal y promover la autosuficiencia alimentaria en más de 200 comunidades indígenas y afrodescendientes.
Celebración ambiental y cultural
Se acordó también instituir el 15 de agosto como el “Día de la Gran Selva Maya”, y establecer el reconocimiento “Mérito a la Conservación”, para honrar a personas e instituciones comprometidas con la protección del corredor.
Más que una reserva: un modelo global de cooperación sur-sur
Este corredor biocultural no solo fortalece la conservación de uno de los ecosistemas más importantes del planeta, sino que también representa un modelo de cómo la solidaridad regional puede enfrentar retos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la equidad social.
Con más de 7,000 especies, incluyendo cerca de 200 en peligro de extinción, 50 prioritarias y 250 endémicas, la Gran Selva Maya se convierte en un mosaico de vida cuya protección es clave para asegurar un futuro sustentable para Mesoamérica.
Amenazas concretas y contexto regional
La selva ha sufrido una pérdida significativa: un tercio de su cobertura forestal ha desaparecido en las últimas dos décadas, especialmente en Petén, Guatemala, debido a la ganadería, tala ilegal, minería y perforación.
En este contexto, el corredor biocultural aparece como una política necesaria para revertir la degradación y restaurar la funcionalidad ecológica del territorio.
Conexión con el Tren Maya: desafío y oportunidad
Durante el mismo encuentro, la presidenta Sheinbaum anunció la intención de ampliar el Tren Maya hacia Guatemala y Belice, para fortalecer el desarrollo regional de forma sostenible. Aunque este proyecto ha causado controversia por su impacto ambiental, se dictaminó que deberá respetar áreas protegidas y realizar estudios de impacto rigurosos antes de avanzar.
Este corredor se suma a iniciativas como la Reserva de la Biosfera Maya, de más de 21,600 km² en Petén, que ya representaba un importante modelo de conservación regional.
El nuevo acuerdo refuerza los esfuerzos guatemaltecos por preservar la riqueza natural y cultural de su territorio, integrando una visión de sostenibilidad binacional y trinacional.
La creación del Corredor Biocultural de la Gran Selva Maya representa un compromiso histórico entre México, Guatemala y Belice por salvaguardar uno de los últimos pulmones del planeta y un legado viviente de la civilización maya. Con 5.7 millones de hectáreas protegidas, una visión cultural y ambiental compartida y mecanismos concretos de cooperación, esta iniciativa apunta a ser un paradigma regional y global de conservación ecológica con justicia social.






